lunes, 13 de agosto de 2012

¿Es solo una leyenda?

Ammmm pues no sé cómo es eso de las reglas así que simplemente así lo pondré tal cual, advierto que posiblemente la redacción es un asco y pues en general puede ser un asco, pero la idea me gusto mucho ^^, puede que tenga muchos “que” trate de quitárselos pero no pude y también creo que repito mucho palabras o algo así y atasco de comas ¬¬ yo no se xq tengo trauma con eso, también súper advertencia, es demasiada descripción y casi nada de diálogos, no sé si eso tenga alguna relevancia en redacción pero aun así advierto, pero bueno después de todo mi choro desalentador si aun alguien lo quiere leer pues adelante -O-)>

Nota: según lo que investigue Hibari significa alondra, esto es xq habrá una mención donde se necesite saber


¿Es solo una leyenda?




¿Quién dice que seres totalmente diferentes no pueden estar juntos?

Cuenta la leyenda que en la luna habita un hermoso conejito, noche tras noche el pequeño conejo corre, brinca y juega en ese inmenso y brillante lugar, sin embargo desde su hogar puede vislumbrar un lugar aun más grande que el suyo. Los colores de éste eran tan distintos y también brillaba pero era por zonas; todo esto alimentaba su curiosidad, deseaba ir a aquel lugar y descubrir sus secretos. Siempre estaba solito sin nadie con quien jugar, que mas daba aventurarse un poco. Totalmente decidido la siguiente noche exploraría aquella superficie, por el momento el sueño lo vencía indicando la hora de dormir.

El conejito todo emocionado despertó con mucha energía, el solo pensar que cosas le esperarían lo hizo no demorarse más, retrocedió un buen tramo, preparo sus patitas, corrió con todas sus fuerzas y brinco como jamás lo había hecho, inmediatamente vio como se alejaba de su hogar, su querida luna, pero a la vez se aproximaba mas y mas a ese espacio misterioso. Por fin había llegado, sin embargo, no se atrevía a hacer contacto con la superficie, después de todo no sabía si era seguro e inicio una pequeña inspección por aquí y por allá; el lugar era oscuro, dónde estaba aquel brillo tan maravilloso, la única luz provenía de su querida luna, esa luna de gran tamaño que ahora se veía tan pequeñita reflejada a través de esa especie de espejo gigante, a pesar de eso no le impedía resplandecer como solo ella sabía hacerlo.

Después de unas cuantas vueltas el pequeño conejo decidió jugar con ese gran espejo, podía ver su reflejo, se miraba detenidamente admirando sus mejillas, sus ojos, hacia algunos gestos graciosos, observaba su esponjosa colita, peinaba sus largas orejas; estaba muy feliz y entretenido, reía cada dos por tres con cada cosa que hacía.

-Eres muy escandaloso- de pronto una voz tranquila y adormilada se escuchó por todo el lugar sorprendiendo a la criatura asuntándola.

-¿Q-quién está ahí?- pregunto nervioso escondido detrás de  una roca a la cual había ido a parar -¿Dónde estás?

-Justo frente a ti- de nuevo esa voz por doquiera, sus patitas comenzaban a temblar.

-No es verdad, no te veo- asomaba su cabeza un poco mas pero no lograba ver a nadie a su alrededor.

-Hace un momento me mirabas fijamente y dices no saber donde estoy, eres cruel-

Cuidadosamente salió de su escondite dirigiéndose hacia el espejo, no estaba seguro pero era la única opción, no había jugado en otro sitio, aunque era algo imposible esa cosa le hablaba. Se acerco bastante a la superficie, tal vez si lo veía muy de cerca encontraría al dueño de la voz, pero lo único ahí era su propio reflejo, inclino ligeramente su cabeza decepcionado y sin darse cuenta una de sus orejas hizo contacto con aquel artefacto, una sensación extraña recorrió su cuerpo, una especie de escalofrió alejándose rápidamente; su orejita estaba fría y llena de algo, ¿qué era eso?, miró nuevamente al espejo pero este se movía, no lograba entender nada de lo que sucedía, lo mejor sería regresar, aun había emoción en su interior pero el miedo ganaba terreno haciéndolo retroceder poco a poco.

-Después de venir a molestarme planeas irte así, además de cruel desconsiderado y grosero-

-No lo soy- hizo un leve puchero –además no soy niño- inflo sus mejillas aún más.

-Oh entonces es una damita la que perturba mi tranquilidad, ¿cómo te llamas?-

Dudó un momento, aquel parlante parecía no tener intenciones de dañarla, respiró profundo y se acercó de nuevo al espejo aún en movimiento, ya no tenía tanto miedo pero responderle a la nada o al menos a alguien al cual no podía ver no era del todo su agrado.

-Mmm… ¿nombre?- pensaba detenidamente –Nunca he tenido uno- toda su vida había estado sola, no hablaba con nadie, por lo mismo no lo había necesitado.

-Hibari- dijo la voz de inmediato –Ese será tu nombre- ella solo movió su cabeza a un lado y al otro sin saber a lo que se refería el otro –Igual que esas aves viniste del cielo, es adecuado para ti-

-¡Pero soy un conejo!- nuevamente hizo puchero y se dio media vuelta para ignorarlo.

No estaba de acuerdo que la confundiese con un ave sin embargo el nombre era bonito. Mientras en su interior pensaba al respecto su rostro mostraba una ligera felicidad, era su primer nombre, no podía evitar emocionarse, por momentos se ponía seria o pensativa, en otros regresaba su sonrisa, era gracioso ver sus cambios de expresión y al final termino con una pequeña sonrisa tierna.

-¿Te gusta Hiba-chan?- al escuchar esto último la conejita abrió completamente sus ojos, escuchar aquella voz decirle así le daba una alegría inexplicable, seguramente se debía su emoción por el nombre, sin embargo al pensar en ello de pronto sintió un ligero aumento de temperatura en sus mejillas mas la aparición de un leve nerviosismo.

-P-pues sí, si me gusta- trató de calmarse un poco –Y tú cómo te llamas- aún no volteaba a verlo.

-Humm… podría decir que tengo varios pero ninguno me agrada-

Mmm… mmmmm…….- la pequeña ahora de nombre Hibari se movía de un lado a otro realmente concentrada –Ammm…. ¡¡Ya sé!!- se detuvo en seco y lo señaló muy decidida -¡Tú serás Yuya!- cruzó sus manitas muy orgullosa –Y a todo esto, si estás ahí- señaló la superficie -¿Qué eres?-

-Vaya manera de preguntar mhj, soy un lago- de repente unas cuantas olas se formaron salpicándole sus patitas.

-¡Hey!- de nuevo ese ligero escalofrío recorría su cuerpo seguido de una sensación fresca muy agradable, se acerco a la superficie y con cuidado metió una de sus manos, era gracioso y especial, nunca había tocado algo igual y metió su otra manita, ambas las jugaba salpicándose un poco provocándole unas cuantas risitas.

-Genial ahora te diviertes conmigo- le lanzó un pequeño chorrito a su colita sin que se diera cuenta sorprendiéndola.

-¡¡¡Waaaa!!!- miró su solita toda aplastada- su esponjosidad… se la quitaste- sus ojos se mostraban ligeramente cristalinos y dio una patada a la superficie -¡Hum! te lo mereces- estaba orgullosa de sí misma pero en lugar de conseguir una queja por parte del otro en su lugar recibió una risa.

-Eso me hizo cosquillas ajajajaja-

Hibari enfadada empezó a golpearlo una y otra vez con sus manitas y de vez en cuando soltaba una patada, sin embargo el resultado era el mismo, solo risas, además por cada golpe dado al torpe lago burlón ella se salpicaba cada vez más, aun así seguía insistiendo, pero las risas ya no solo pertenecían a Yuya sino también a ella. Sin darse cuenta su enfado había cambiado por diversión y después de un rato, agotada, se tiro a descansar sobre piso firme, nunca se había divertido tanto mas el sueño comenzaba a ganarle, era hora de regresar a casa. Con algo de pesar se despidió de su nuevo amigo prometiéndole regresar la noche siguiente, tomó impulso, corrió con todas las fuerzas que le quedaban y dio un gran salto, no tardó mucho en llegar a su bella luna y a pesar del cansancio ya acumulado la emoción persistía completamente “Definitivamente este ha sido el mejor día de mi vida” decía para ella misma mientras se acomodaba en su agujerito para dormir, no podía esperar la noche siguiente y con una gran sonrisa al fin se rindió a los brazos de Morfeo.

A partir de esa noche la pequeña Hibari visitaba sin falta a Yuya en ese estupendo planeta llamado Tierra, no solo jugaba con él, también platicaban por horas, Yuya le enseñaba muchas cosas desconocidas para ella, además después de insistirle en varias ocasiones al fin la había convenido de sumergirse en sus aguas. Los primeros intentos la conejita entraba y salía raídamente pero poco a poco se acostumbró a tal grado de parecerse a aquellas criaturas vivientes dentro del lago, literalmente parecía un pez en el agua y éste le formaba una especie de burbuja en su cabecita para permitirle respirar sin problemas, así ella disfrutaba moverse con total libertad por todas partes, de vez en cuando él la lanzaba a la superficie por medio de sus olas y ella como si no le gustase se lucia con sus saltos cayendo a veces en tierra o terminando de nuevo dentro del agua con un perfecto clavado.

Como cada noche siempre llegaba el momento de la despedida, Hibari prometía regresar como cada vez y de un gran salto volvía a su hogar. Yuya solo podía observarla, él siempre había estado solo, su única compañía por así decirlo eran todos los pequeños peces que vivían en su interior pero no podía hablar con ellos y menos jugar o divertirse, por lo tanto la presencia de Hibari se había convertido en algo muy importante para él. Gracias a las pequeñas gotas de agua restantes en su pelaje al contacto con los rayos de luz de la luna brillaba excepcionalmente, le fascinaba verla de aquella forma y cada vez más lo envolvía en una especie de encanto, a tal grado en el día le parecía eterno, siempre ansiaba las puestas del sol, así ella llegaría una vez más.

****

Esa noche al despertar veía diferente su alrededor, no entendía en absoluto y después de pensarlo un momento, a parte de sacar algunas cuentas, se percató de la situación, esa noche el gran sol no compartía su luz con la hermosa luna apagándola por completo, todo por andar jugando en la Tierra no se había dado cuenta de ello, por lo tanto aquella noche no podría abandonar su hogar, no podía dejar sola a la luna en aquel triste estado, además, si se iba no podría regresar al menos después de 2 noches más, y sin más remedio se quedó sentadita observando el bello planeta como solía hacerlo en el pasado, añorando estar ahí, pero sobre todo estar al lado de su Yuya.

****

Yuya buscaba por todas partes en el cielo la figura de la pequeña Hibari sin resultado alguno, era muy extraño, jamás se retrasaba pero eso no era lo único diferente ese día, la luna tampoco resplandecía en lo alto, todo estaba muy oscuro, un ambiente frío y sombrío se azotaba sobre él, no podía evitar preocuparse, rogaba por el bien de ella.

-Qué sucede donde estas-

****

Dos noches después al fin pudo bajar a la Tierra, después de encontrarse con su querido amigo ella le explicó la situación, éste se tranquilizó al saber la razón de su ausencia y a modo de una especie de abrazo, rodeó el cuerpo de Hibari con sus aguas, a diferencia de las demás ocasiones en las que el agua era fresca esta vez era completamente cálida, provocando en la conejita un ligero rubor en sus mejillas y una sonrisa tierna se dibujo es su rostro, era una sensación muy agradable, cerro sus ojos lentamente, no sabía muy bien la razón pero deseaba con todas sus fuerzas detener ese momento y quedarse ahí de aquella manera y pudo escuchar claramente los latidos de su corazón, poco a poco iban en aumento, sin embargo, ya no eran solo sus latidos, gracias a la agudeza de sus oídos podía escuchar otros más, los cuales iban armonizando perfectamente con los suyos y de pronto el contacto se rompió, abrió sus ojos, Yuya ya no la rodeaba, por dentro se molestó un poco, no quería que la dejara mas al darse cuenta de sus pensamientos se avergonzó por completo provocándole decir algunas tonterías. Esa noche pasó como todas las demás, risas, charlas, juegos, y así el tiempo traicionó a la pequeña no haciéndose esperar el amanecer, al darse cuenta la luna ya no se veía por ningún lado gracias a la luz producida por el sol siendo incapaz de regresar, comenzaba a preocuparse caminado de un lado a otro sin encontrar una solución, unas cuantas lágrimas escapaban de sus ojos, jamás había fallado a su hogar, no sabía que le esperaría, una ligera desesperación se apoderaba de ella de un momento a otro y más lagrimas caían por sus mejillas; Yuya no soportaba verla de aquella manera, se sentía responsable, él sabía perfectamente que ella debía volver ya y aun así decidió guardar silencio, deseaba, por una vez, ella se quedase con él pero de ningún modo se imaginó el costo de su egoísmo. Después de un rato de lágrimas y desesperación la pequeña Hibari se fue quedando dormida, a pesar de la luz, ruido y movimiento a su alrededor nada la despertaba, después de todo había terminado agotada de tanto llorar, lo único que él podía hacer era observarla y cuidar su sueño.

Por primera vez el día pasó en un abrir y cerrar de ojos y a la puesta del sol, cuando la luna aparecía tímida en el cielo, Hibari abría sus ojos, despertaba con un poco de trabajo; ante esta imagen Yuya se perdía completamente, era muy hermosa y por primera vez se odiaba a sí mismo por no poder acercarse a ella, poder tocarla, abrazarla o incluso… poderla besar como él quisiera, lo único que podía hacer era humedecer su manita, no existía otro medio de contacto para él.

-Hiba-chan… ya es de noche, tú querida luna se encuentra ya en lo alto-

Ella al verla sonrió ampliamente, debía regresar de inmediato, no sabía que podría suceder si no lo hacía, Yuya al ver esa reacción la detuvo.

-Yuuyan debo volver, prometo regresar de inmediato pero necesito saber si todo está bien- puso su manita sobre la superficie del agua y le regalo una hermosa sonrisa, con la cual el otro no pudo negarse dejándola partir.

-¡¡Cuando regreses debo decirte algo muy importante!!- le dijo antes de perderla de vista, estaba decidido a confesarle sus sentimientos a su vuelta, no estaba seguro de cuan juntos podrían estar pero no le importaba, él al fin se había dado cuenta de cuánto la amaba y eso no lo impediría nadie… eso pensaba.

****

Al llegar a su hogar todo parecía normal, dio un pequeño recorrido pero no había alguna diferencia, respiró más tranquila. Una vez segura de todo decidió regresar a la Tierra, esta vez volvería a tiempo; se preparó para correr y justo cuando daría su gran salto algo se lo impidió, posiblemente pisó mal o no saltó adecuadamente. Por dentro una emoción y ansiedad se estaban haciendo presentes, había escuchado perfectamente a su Yuuyan, algo importante le diría en cuanto regresara, no podía esperar más, tomó su posición nuevamente, corrió y brincó con todas sus fuerzas, pero de nuevo no lograba separarse del piso lo suficiente, eso no era posible, qué le estaba sucediendo e inmediatamente todo su entorno se volvió oscuro, no podía ver nada y una voz bastante fuerte sonó a su alrededor.

-Has faltado a tu hogar, rompiste una regla muy importante-

En su vida había escuchado aquella voz sin embargo algo en su interior la hacía conocer perfectamente a quien pertenecía.

-No fue mi intención, estoy muy arrepentida, perdóname por favor- se hinco suplicando.

-Tú eres mi hija, eres parte de mí, por lo tanto no se te permite abandonar este lugar-

-Hermosa luna madre mía por favor déjame ir, yo… yo…- el solo hecho de pensar que no podría volver a aquel lugar le dolía demasiado, por otra parte parecía hacerla reconocer algo que llevaba en su interior hacía un tiempo pero no quería admitir –Yo… lo amo- al fin dijo por lo bajo y su corazón se agitó aceleradamente, al mismo tiempo sintiendo una gran libertad; una sonrisa apareció en su rostro, estaba feliz, necesitaba decírselo a él lo más pronto posible, debía salir de ahí a como diera lugar.

-Es imposible, ustedes no pueden estar juntos, no volverás a ese lugar de ningún modo-

-N-no puedes detenerme, aun así iré-

Hibari moría de miedo, enfrentar a su propia madre, lo más querido para ella, por proteger ese valioso sentimiento que recién descubría, nunca lo hubiera imaginado pero así era, haría lo imposible por conseguir su felicidad, no obstante olvidaba un detalle muy importante, tal y como la luna se lo había dicho, era una parte de ella, posiblemente sería difícil escapar.

-Eres lo único que tengo, no te permitiré ir a ningún lado de nuevo-

La pequeña conejita corría de un lado a otro, la oscuridad no desaparecía, de pronto se quedó estática, peleaba con todas sus fuerzas pero su cuerpo no reaccionaba, intentaba gritar mas nada sucedía, con un pequeño suspiro logro decir en un hilo de voz.

-Yuya…-

****

No había pasado mucho desde su partida, aun así se impacientaba, ensayaba una y otra vez las palabras adecuadas para confesarse. De un momento a otro quedó todo oscuro, la luna no brillaba más, de un principio no le tomó importancia, luego cayó en la cuenta que Hibari estaba en aquel lugar, eso no era nada bueno e inmediatamente la luz se hizo de nuevo, parecía no suceder nada entonces, pese a eso tenía presente una leve preocupación; de pronto, al observar detenidamente al gran cuerpo celeste pudo identificar unas marcas sobre la superficie que hacía un momento no se encantaban, una extraña angustia lo invadió repentinamente, definitivamente algo no andaba bien, sin embargo, lo único que podía hacer era esperar su regreso.

****

Después de esa noche el hermoso brillo despedido de la maravillosa luna se volvió opaco y frío, aquella pequeña conejita no apareció nunca más en la Tierra para jugar y ahora podía observarse en la superficie lunar la silueta de un gran conejo, siempre inmóvil, siempre presente. De vez en cuando una que otra noche podía sentirse al cielo llorar muy afligido y ese enorme lago lleno de vida en su interior, lleno de un gran sentimiento poco a poco fue perdiendo sus esperanzas, su energía, se hacía más y más pequeño, hasta el día en que desapareció.

Una vez alguien dijo que 2 seres completamente diferentes no podían estar juntos… es una gran mentira.

~Un siglo después~

-¡Cuidado!- La tubería de una construcción acababa de romperse saliendo una considerable cantidad de agua que por poco empapaba a una chica al pasar por ahí de no ser por la ayuda de un joven -¿Te encuentras bien?
-Sí gracias- sacudió un poco su ropa y le extendió su mano –Me llamo Hibari

-Mucho gusto- se la estrechó- Soy Yuya


FIN FOME -w-)v

jueves, 16 de febrero de 2012

Valentine’s chokoretto

Este fic viene del blog de jumping to my heart y es de los que pones tu nombre y el del jump que te gusta. Amo tanto estos fics 8(>w<)8

Valentine’s chokoretto.




Autor: Inuyka



- Sigo sin saber que hacer… - suspiré.


- Pues no sé Haruki… - me dijo Daiki – de verdad que te ayudaría a preparar el chocolate, pero si te ayudo, seguro que se acaban quemando.


- Ya… por eso no te he pedido ayuda.


- ¿Ayuda para qué? – dijo Yabu chillando mientras entraba en clase, tenía ese don para llamar la atención.


- Eh… na-nada – dije yo. Una cosa es que me hubiera mentalizado de darle chocolate al chico que me gustaba en San Valentín y declararle mi amor, que por cierto sería como el de centenares de chicas que estaban enamoradas de Yabu, y otra muy distinta es que se enterase ya.


- Nada, que Haruki no sabe como preparar bombones para San Valentín – le contestó Daiki como si nada. ¡Yo le mataba! Ya se enteraría en cuanto Yabu se alejase un poco.


- ¿Vas a preparar bombones para San Valentín? Pensaba que no era tú estilo…


- No, pero este año me hacía ilusión.


- ¿Hay alguien que te guste?


- ¡No! – exclamé yo. Vale, si antes nos miraba casi toda la clase por como había gritado Yabu, ahora sí lo hacía… - Es para los amigos – dije yo más tranquila.


- ¿Yo tendré? – pregunto Yabu con ilusión.


- Claro que sí, ambos tendremos – le contestó Daiki - ¿Verdad Haruki? – dijo mientras hundía su dedo índice en mi mejilla.

Yo solo le sonreí mientas en mi mente pasaban miles de ideas para torturarlo. Esa me las pagaría…

- Pues… volviendo al tema, yo puedo ayudarte a preparar el chocolate.


- ¿Tú…? ¿Sabes cocinar?


- Te sorprendería. El gran Yabu sabe hacer de todo – dijo con tono victorioso mientras alguna chica que estaba detrás suyo suspiraba embobada por él.


- Igualmente, da igual gracias, creo que lo intentaré hacer sola – Si le iba a preparar unos bombones a él para San Valentín no quería que justamente él me ayudase.


- ¿Estas rechazando mi oferta? – dijo él ofendido.


- Es que verás… -empecé a decir mientras mi cabeza buscaba alguna idea mínimamente creíble – lo haré por la noche, y no irás a mi casa a pasarte toda la noche cocinando, ¿verdad?


- A mi no me importaría.


- Entonces, no hay problemas. – Intervino Daiki. Ya era la segunda vez en la mañana que no me ayudaba para nada. – Seguro que le haces un favor a Haruki.

Yo iba a quejarme, negarme y algo más pero alguien llamó a Yabu por el pasillo y él fue más rápido al despedirse.

- ¡Vale! Pues, hoy después de cenar me paso por tu casa y te ayudo ¿vale? – Intenté aprovechar la respuesta retórica, pero volvió a ser más rápido - ¡Hasta luego! – y desapareció.


- Bueno… creo que también me iré – dijo Daiki con claras intenciones de huir.


- ¡Ah no! ¡Arioka Daiki, tú te quedas conmigo y me explicas que pretendías! – dije yo furiosa.


- ¿No está claro? Te ayudo a que estés a solas con él, para que te declares y eso…


- ¿No acordamos que me declaraba mañana? San Valentín no es hoy.


- Haruki, piénsalo. Yabu es muy popular, mañana va a tener cientos de chocolates y estará súper solicitado, además conociéndote seguro que tienes algún imprevisto y no puedes acabar el chocolate o algo. Mañana no es un buen, día para declararse. Como decía mi padre, ¡no dejes para mañana lo que puedas hacer hoy!


- Ay… Daiki no sé que voy a hacer contigo… - me era imposible enfadarme más de cinco segundos con él. Y además aunque yo no quisiera aceptarlo, en el fondo sabía que tenía algo de razón.

El solo sonrió, y luego me hizo señas para que me girase, el profesor acababa de entrar con intención de empezar la clase.

Las clases pasaron más rápido de lo normal, y por la tarde fui al centro con Daiki para comprar los ingredientes, y de paso un modelito, que según Daiki “dejaría anonadado a Yabu en cuanto me viese” aunque un poco exagerado para mi gusto, solo tenía que ir con ropa de ir por casa, iba a cocinar…


La tarde pasó aún más rápida, por no hablar de la cena. A las diez ya estaba yo sentada en el sofá exasperada intentando mirar la televisión mientras no paraba de dar golpecitos con mis dedos sobre la mesita del comedor. Por suerte, antes de hacer un agujero alguien llamó a la puerta, no se necesitaba ser un experto para saber que era Yabu así que me levanté rápidamente y fui a abrir.

- ¡Hola! – dijo él con una sonrisa.


- ¡Hola! Pasa – le dije yo apartándome y dejándole pasar.


- Toma, he traído unos moldes muy típicos de… - empezó a decir pero se quedó callado a mitad de la frase.


- ¿Qué pasa? – pregunté yo confundida.


- Nada, la ropa. Nunca te había visto así vestida. Como siempre vamos en uniforme… - Vale, Daiki había acertado en algo, hice una nota mental en la que tenía que agradecerle la idea de la ropa.


- Es que por la tarde he salido con Daiki a dar una vuelta…


- ¿Y con él te vistes así? Cuando has ido conmigo fuera del colegio vas con uniforme…


- Es que… - intenté excusarme, la verdad estaba comprobando recientemente que no se me daba muy bien.


- ¿No será para él que quieres hacer los bombones? – dijo algo apenado.


- ¡No, no! Es que es nuevo, y quería estrenarlo. Tranquilo que tú también tendrás bombones.

– Al decir eso la sonrisa volvió a su cara.

Fuimos hasta la cocina, nos pusimos los delantales y empezamos a cocinar.

Sorprendentemente Yabu era todo un experto, se sabía de memoria la receta y parecía que lo hubiese estado haciendo toda la vida. Aunque no le dejé hacer mucho, me hacía ilusión prepararlos yo misma; además, quedaba un poco feo que le regalase al día siguiente unos bombones que había hecho él mismo…

- Vale, y ahora solo falta ponerlos en el molde y al congelador lo que queda de noche.


- Al final ha sido más rápido de lo que pensaba. Gracias Yabu, sin ti seguro que no conseguía acabarlo a tiempo.


- ¿Por qué me sigues llamando Yabu? Llámame por mi nombre.


- ¿Por el nombre? Si nadie te llama así.


- Tú puedes. – yo me quedé en silencio, ¿Cómo respondía yo a eso? - Bueno, yo te digo por el nombre también. Y a Arioka lo llamas por su nombre…


- Está bien, gracias por todo Kota – ¿me lo había parecido a mí o lo último que había dicho sobre Daiki lo había hecho con algo de rencor?


- Mejor así…

Fui a buscar los moldes bajo la atenta mirada de Yabu, bueno Kota, encontrándome con dos tipos de moldes. Unos en forma de estrella y otros en forma de corazón. Iba a preguntarle el porqué de dos modelos tan distintos, pero antes de girarme Kota ya estaba justo detrás de mí sosteniéndolos también.

- Las estrellas son para los amigos, las estrellas simbolizan la amistad y el corazón… bueno, para el chico que te guste.


- Pero si Kota, te he dicho que sólo eran para…


- Haruki eso no se lo cree nadie – dijo serio de repente – los bombones de San Valentín solo se hacen si hay alguien que te guste.


- … - simplemente no supe que contestarle. Era el momento perfecto para declararme, solo tenía que decir algo como “Vale, los del corazón serán para ti” o “Me gustas” pero simplemente no pude.


- No hace falta que me digas quien es. Sólo úsalos.


- Está bien… - dije yo suspirando, al fin y al cabo se los daría mañana, me lo había prometido.

Acabamos de hacer los bombones sobre la una de la noche. Invité a Kota a dormir, ya que era muy tarde para volver solo a casa, pero él insistió en que debía volver, así que no pude hacer nada para convencerle. Solo le pedí que en cuanto llegase a su casa me mandara un mensaje.


Y así lo hizo, al cabo de 22 minutos de haberse ido recibí un mensaje suyo. “Ya estoy en casa, sano y salvo ;D Gracias por preocuparte. Suerte mañana con los bombones. ¡Por cierto quiero mi parte! ¡No te olvides!”


Sonreí desde la cama al leerlo, realmente Kota me gustaba mucho.

- Ojala y que todo vaya bien mañana – susurré antes de caer dormida.


Al día siguiente, 14 de febrero me levante a las 6 de la mañana. Tuve que ponerme más de tres veces el despertador antes de oírlo, pero lo había conseguido, estaba despierta y en la cocina acabando de decorar los bombones y ponerlos en las cajas.


Al final Daiki tendría su ración de bombones de la amistad, seguro que se alegraba mucho y más sabiendo lo mucho que le gustan los dulces.

Llegué a la escuela diez minutos antes de empezaran las clases, definitivamente lo de llegar pronto no era mi fuerte…

Cuando entré visualicé rápidamente a Daiki en el mismo lugar que siempre, en el pupitre de detrás de mí.

- ¡Hola! – exclamé yo alegremente


- ¡Feliz San Valentín!


- ¿Quién está más emocionado de los dos? - pregunté divertida por su actitud entusiasta.


- Yo por supuesto. ¿Qué tal ayer? ¿Y mis bombones?


- Ayer bien, los bombones salieron muy bien, pero nada más. ¡Ah! – dije sacando una pequeña caja verde de bolsa donde levaba los bombones – Toma los bombones que sobraron.


- Ignoraré la parte de “que sobraron” – dijo mientras abría la cajita. - ¡Ala! ¡Son estrellas! Tienen muy buena pinta.


- Pues espera a probar el sabor porque están… - dije yo presumiendo.

Daiki empezó a comérselos felizmente, mientras las chicas de nuestro alrededor empezaban a cuchichear sobre nosotros, básicamente porque las oía, estaban a dos mesas de nosotros.

- Mira Shibata, Haruki le ha traído bombones a Arioka… - dijo una chica de pelo corto llamada Akane.


- Ya lo he visto… entonces ¿sí están saliendo?


- Supongo – volvió a decir Akane – entonces, es una rival menos para los bombones de Yabu…


- Y yo que pensaba que estaba súper coladita de Yabu…


- Yo también. Por cierto Akane, ¿dónde está Yabu?

- Ignóralas – me dijo Daiki, al parecer él también las había estado escuchando.


- Pero tienen razón, ¿dónde está?


- Supongo que hoy es uno de los días en que llega tarde, ¿Tú sabes cuantos regalos tiene que esquivar? Al pobre le van a salir caries de tantos bombones…

Daiki tenía razón… ¿realmente tenía alguna opción de que mis sentimientos fuesen correspondidos? ¿Qué tenía yo que no tuviesen todas esas chicas que estaban locas por Kota? Lo único que me diferenciaba de ellas eran los rasgos occidentales… Bueno y que ahora no le llamaba Yabu, sino por su nombre Kota.

- Pero no te desanimes Haruki. – me dijo Daiki al verme sumida en mis pensamientos. – Tú eres muy cercana a él, y seguro que le gustas también.


- No me voy a rendir ahora Daiki, tomé mi decisión y me voy a declarar – dije segura de mí misma, aunque no estaba tan segura de que a la hora de la verdad todo saliese como quería.

La clase empezó como siempre a las ocho en punto y Kota no llegó hasta cinco minutos pasada esa hora.


Intenté saludarlo en toda la hora, pero no me dirigió la mirada ni una sola vez, parecía que estaba evitándome, bueno a mí a toda mujer ya que en cuanto la clase acabó salió corriendo por la puerta, después de recibir los bombones de dos chicas de la clase y no apareció hasta dos horas más tarde.


Durante la hora de la comida intenté acercarme a él, pero todo el rato estaba con chicas que le regalaban bombones, cartas y otros regalos. Yo quería hablar con él, pero a solas y si estaba siempre acompañado y acosado no podía…


“No pasa nada, es lo que tiene ser un chico popular” decía Daiki cada vez que me veía al borde del ataque de histeria.


La hora de clase de después de comer tampoco daba muchas señales de vida, el profesor llegaba tarde, pasaban más de 10 minutos de la hora en que empezábamos, pero Kota tampoco no aparecía.


Me cansé y saqué el móvil para utilizar mi ultimo recurso, Kota siempre contestaba los mensajes al instante.


“¿Dónde estás? El profesor aún no ha llegado, estas a tiempo de entrar en clase”


Tal y como me imaginaba contestó a los pocos segundos “No creo que vaya, hoy está siendo un día bastante movido. En la azotea se está bien, el aire es muy fresquito”

- Está en la azotea – le susurré a Daiki.


- ¿Vas a ir? Seguro que está solo…


- ¿Debería?


- Claro, es tu oportunidad. Yo te cubro. ¡Corre! Antes de que llegue el profesor.

Me despedí de mi mejor amigo con una sonrisa y después de coger la bolsa con los bombones me dirigí corriendo hacia la azotea. Subí los 4 pisos de dos zancadas y abrí la puerta ruidosamente, haciendo que el único chico que se encontraba allí en ese momento, tumbado sobre un banco, se levantara asustado para ver qué era lo que estaba ocurriendo.

- ¿Haruki? – dijo él sorprendido al verme allí. - ¿Qué haces aquí?


- Te buscaba… Kota – el sonrió al oír su nombre.- Te tengo que dar los bombones de San Valentín.


- ¡Oh! Mis bombones. ¡Ven, ven! – me dijo alegre con señas para que fuera a sentarme a su lado.
- Me sabe mal porque seguro que ya tienes muchos…


- Haruki tus bombones son los únicos que me hacen ilusión, y serán los primeros que me coma.


- ¿De verdad? – dije yo con una sonrisa.


- Cl-claro – dijo él tímidamente. – Por cierto, ¿ya se los has dado al chico que te gusta?


- Aún no… - el contesté bajando la cabeza.


- Pues Haruki tienes que apresurarte o se acabará el día – me regañó – Esto solo tiene gracia si es hoy.


- Lo sé, lo sé. No me sermonees más. - le dije mientras le sacaba la lengua. – Toma tus bombones.

Le di la bolsa con la cajita dentro. Kota la cogió con una sonrisa y sacó la cajita lentamente. Aún con más parsimonia empezó a abrir la caja. Fue en ese momento que me di cuenta de que no había marcha atrás, acababa de declararme involuntariamente y no podía echarme atrás.


Tenía miedo de su reacción, de lo que podía decirme, así que opté por cerrar los ojos y oír su respuesta, pero esta no llegaba. ¿Es que no había abierto la caja? Abrí los ojos y me lo encontré mirando la caja en silencio.

- Eh… Haruki, creo que te has equivocado. Estos son para el chico que te gusta, son los corazones – dijo después de todo el silencio cerrando la caja otra vez y ofreciéndomela.


- No – le dije – esta caja es para ti.


- ¿No te has equivocado? – preguntó y yo negué - ¿Es para mí? – afirmé. – Entonces…


- Yabu me gustas – dije de sopetón. Él solo sonrió.


- Te dije que me llamaras Kota.


- ¿Pero me acabas de escuchar? - ¿Es que no acababa de escuchar mi declaración?


- Sí, pero hazlo con mi nombre. Quiero que solo la chica me gusta me llame por mi nombre, y más si es para decirme algo como que le gusto.

Ahora la que se quedó sin palabras era yo. ¿Había escuchado bien? ¿Y por que la única que estaba completamente inmóvil era yo? Kota estaba abriendo la caja y cogiendo uno de los bombones con forma de corazón para después darle un pequeño mordisco.

- Definitivamente soy un cocinero excelente, ¡están buenísimos! ¿Quieres probar?

Seguía completamente en silencio, pero al menos podía mover mi cabeza arriba y abajo.
Pensaba que me daría uno de esos bombones, pero en vez de eso se acercó él, y en unas décimas de segundo sus labios se había apoderado de los míos.
Su beso era muy dulce, literalmente dulce por el bombón que acababa de comerse.
Movió sus labios lentamente y yo respondí al instante. ¿Eso estaba pasando realmente? ¿Yabu Kota me estaba besando? Cerré los ojos para concentrarme en el tacto de sus labios, pero al cabo de poco se separó un poco para susurrar sobre mis labios.

- ¿Rico el bombón? – Yo le sonreí - ¿Lo dirás ahora? – Me reí antes de contestarle, Kota era un caprichoso.


- Te quiero… Kota.


- Yo también te quiero Haruki – dijo con tono de satisfacción. Había conseguido la frase que tanto quería, pero yo tampoco me podía quejar…



 

FIN

Indirectas involuntarias

Este fic viene del blog de jumping to my heart y es de los que pones tu nombre y el del jump que te gusta. Amo tanto estos fics 8(>w<)8

Indirectas involuntarias

Autor: Matsu

- ¡Chicos, feliz San Valentín!


- ¿Por qué estás tan contenta? Se supone que somos nosotros quienes recibimos chocolate… - dijo uno de los 9 chicos allí reunidos a la chica que acababa de entrar.


- Pero me hace feliz poder dárselos directamente, me siento especial~


Y así era, a ver cuántas chicas podían decir que trabajaban en la Johnny’s y tenían confianza con los JUMP como para tratarlos de tú. Este era el caso de Haruki.


- Bueno, pero reparte ya.


- ¿A qué te quedas sin? ¬¬


- ¡Nooooo! Me portaré bien.


- Ya, ya… bien, aquí tenéis.


Haruki empezó a repartir las cajas de bombones según el nombre que ponía encima. Ella misma había hecho todos los bombones el día anterior (¡y lo que le costó!), pero se sentía orgullosa del resultado. Al fin y al cabo quería darles lo mejor a sus niños, que era como ella les llamaba. Y sobre todo a uno de ellos, el chico que la tenía enamorada desde hacía ya un tiempo. Kota. Sólo si pudiera decírselo…


- ¡Waaa, que buena pinta! ¿Los has hecho tú?


- ¡Está bueno!


- Me alegra oírlo ^^


Los chicos se veían felices con el chocolate. Haruki miró hacia Yabu para ver qué reacción tenía, esperaba que le hubiera gustado. Pero lo único que vio fue al mayor mirando atónito la cajita abierta antes de volver a cerrarla. El chico se levantó y fue hacia ella, la tomó del brazo y la sacó de la sala ante el asombro de todos. La llevó a una habitación vacía unas puertas a la derecha y cerró la puerta. Haruki estaba sorprendida.


- ¿Qué pasa? – preguntó.


- Eso digo yo. ¿Crees que estas son maneras de declararse? – dijo Yabu moviendo la caja.


- ¿De-declararme? ¿Qué dices? Si todos tienen bombones… - el sonrojo en la cara de la chica era más que evidente.


- Sí, claro. Niégame que es una declaración, si puedes.


- Pero… no… bueno… no es que yo… - suspiró- ok, me gustas –dijo al fin.- ¿Pero cómo has podido deducirlo con los bombones? ¡Todas las cajas son iguales!


- Por el condón – ahora el sonrojado era él.


- ¿El con…? Perdona, ¿qué?


Él abrió la cajita y sacó un condón de entre los bombones.


- ¿No era una indirecta? – el chico estaba tan sorprendido como ella.


- Yo no he puesto eso ahí… espera… mi compañera de piso, ¡la mato! ¡Por eso quería revisar las cajitas! ¡será…! ¡Ahhh, perdona! No quiero que pienses que…


- Bueno… - Yabu la interrumpió y tiró de ella para tomarla por la cintura – al menos ahora sé que sientes lo mismo que yo~


- ¿…lo mismo?


Kota se apoderó de sus labios antes de contestarle.


- Lo mismo.


Y volvió a besarla, como tantas veces había deseado hacer. No era la declaración que ella hubiera esperado, pero Haruki no pudo evitar sonreír contra sus labios mientras le correspondía...



FIN