lunes, 13 de agosto de 2012

¿Es solo una leyenda?

Ammmm pues no sé cómo es eso de las reglas así que simplemente así lo pondré tal cual, advierto que posiblemente la redacción es un asco y pues en general puede ser un asco, pero la idea me gusto mucho ^^, puede que tenga muchos “que” trate de quitárselos pero no pude y también creo que repito mucho palabras o algo así y atasco de comas ¬¬ yo no se xq tengo trauma con eso, también súper advertencia, es demasiada descripción y casi nada de diálogos, no sé si eso tenga alguna relevancia en redacción pero aun así advierto, pero bueno después de todo mi choro desalentador si aun alguien lo quiere leer pues adelante -O-)>

Nota: según lo que investigue Hibari significa alondra, esto es xq habrá una mención donde se necesite saber


¿Es solo una leyenda?




¿Quién dice que seres totalmente diferentes no pueden estar juntos?

Cuenta la leyenda que en la luna habita un hermoso conejito, noche tras noche el pequeño conejo corre, brinca y juega en ese inmenso y brillante lugar, sin embargo desde su hogar puede vislumbrar un lugar aun más grande que el suyo. Los colores de éste eran tan distintos y también brillaba pero era por zonas; todo esto alimentaba su curiosidad, deseaba ir a aquel lugar y descubrir sus secretos. Siempre estaba solito sin nadie con quien jugar, que mas daba aventurarse un poco. Totalmente decidido la siguiente noche exploraría aquella superficie, por el momento el sueño lo vencía indicando la hora de dormir.

El conejito todo emocionado despertó con mucha energía, el solo pensar que cosas le esperarían lo hizo no demorarse más, retrocedió un buen tramo, preparo sus patitas, corrió con todas sus fuerzas y brinco como jamás lo había hecho, inmediatamente vio como se alejaba de su hogar, su querida luna, pero a la vez se aproximaba mas y mas a ese espacio misterioso. Por fin había llegado, sin embargo, no se atrevía a hacer contacto con la superficie, después de todo no sabía si era seguro e inicio una pequeña inspección por aquí y por allá; el lugar era oscuro, dónde estaba aquel brillo tan maravilloso, la única luz provenía de su querida luna, esa luna de gran tamaño que ahora se veía tan pequeñita reflejada a través de esa especie de espejo gigante, a pesar de eso no le impedía resplandecer como solo ella sabía hacerlo.

Después de unas cuantas vueltas el pequeño conejo decidió jugar con ese gran espejo, podía ver su reflejo, se miraba detenidamente admirando sus mejillas, sus ojos, hacia algunos gestos graciosos, observaba su esponjosa colita, peinaba sus largas orejas; estaba muy feliz y entretenido, reía cada dos por tres con cada cosa que hacía.

-Eres muy escandaloso- de pronto una voz tranquila y adormilada se escuchó por todo el lugar sorprendiendo a la criatura asuntándola.

-¿Q-quién está ahí?- pregunto nervioso escondido detrás de  una roca a la cual había ido a parar -¿Dónde estás?

-Justo frente a ti- de nuevo esa voz por doquiera, sus patitas comenzaban a temblar.

-No es verdad, no te veo- asomaba su cabeza un poco mas pero no lograba ver a nadie a su alrededor.

-Hace un momento me mirabas fijamente y dices no saber donde estoy, eres cruel-

Cuidadosamente salió de su escondite dirigiéndose hacia el espejo, no estaba seguro pero era la única opción, no había jugado en otro sitio, aunque era algo imposible esa cosa le hablaba. Se acerco bastante a la superficie, tal vez si lo veía muy de cerca encontraría al dueño de la voz, pero lo único ahí era su propio reflejo, inclino ligeramente su cabeza decepcionado y sin darse cuenta una de sus orejas hizo contacto con aquel artefacto, una sensación extraña recorrió su cuerpo, una especie de escalofrió alejándose rápidamente; su orejita estaba fría y llena de algo, ¿qué era eso?, miró nuevamente al espejo pero este se movía, no lograba entender nada de lo que sucedía, lo mejor sería regresar, aun había emoción en su interior pero el miedo ganaba terreno haciéndolo retroceder poco a poco.

-Después de venir a molestarme planeas irte así, además de cruel desconsiderado y grosero-

-No lo soy- hizo un leve puchero –además no soy niño- inflo sus mejillas aún más.

-Oh entonces es una damita la que perturba mi tranquilidad, ¿cómo te llamas?-

Dudó un momento, aquel parlante parecía no tener intenciones de dañarla, respiró profundo y se acercó de nuevo al espejo aún en movimiento, ya no tenía tanto miedo pero responderle a la nada o al menos a alguien al cual no podía ver no era del todo su agrado.

-Mmm… ¿nombre?- pensaba detenidamente –Nunca he tenido uno- toda su vida había estado sola, no hablaba con nadie, por lo mismo no lo había necesitado.

-Hibari- dijo la voz de inmediato –Ese será tu nombre- ella solo movió su cabeza a un lado y al otro sin saber a lo que se refería el otro –Igual que esas aves viniste del cielo, es adecuado para ti-

-¡Pero soy un conejo!- nuevamente hizo puchero y se dio media vuelta para ignorarlo.

No estaba de acuerdo que la confundiese con un ave sin embargo el nombre era bonito. Mientras en su interior pensaba al respecto su rostro mostraba una ligera felicidad, era su primer nombre, no podía evitar emocionarse, por momentos se ponía seria o pensativa, en otros regresaba su sonrisa, era gracioso ver sus cambios de expresión y al final termino con una pequeña sonrisa tierna.

-¿Te gusta Hiba-chan?- al escuchar esto último la conejita abrió completamente sus ojos, escuchar aquella voz decirle así le daba una alegría inexplicable, seguramente se debía su emoción por el nombre, sin embargo al pensar en ello de pronto sintió un ligero aumento de temperatura en sus mejillas mas la aparición de un leve nerviosismo.

-P-pues sí, si me gusta- trató de calmarse un poco –Y tú cómo te llamas- aún no volteaba a verlo.

-Humm… podría decir que tengo varios pero ninguno me agrada-

Mmm… mmmmm…….- la pequeña ahora de nombre Hibari se movía de un lado a otro realmente concentrada –Ammm…. ¡¡Ya sé!!- se detuvo en seco y lo señaló muy decidida -¡Tú serás Yuya!- cruzó sus manitas muy orgullosa –Y a todo esto, si estás ahí- señaló la superficie -¿Qué eres?-

-Vaya manera de preguntar mhj, soy un lago- de repente unas cuantas olas se formaron salpicándole sus patitas.

-¡Hey!- de nuevo ese ligero escalofrío recorría su cuerpo seguido de una sensación fresca muy agradable, se acerco a la superficie y con cuidado metió una de sus manos, era gracioso y especial, nunca había tocado algo igual y metió su otra manita, ambas las jugaba salpicándose un poco provocándole unas cuantas risitas.

-Genial ahora te diviertes conmigo- le lanzó un pequeño chorrito a su colita sin que se diera cuenta sorprendiéndola.

-¡¡¡Waaaa!!!- miró su solita toda aplastada- su esponjosidad… se la quitaste- sus ojos se mostraban ligeramente cristalinos y dio una patada a la superficie -¡Hum! te lo mereces- estaba orgullosa de sí misma pero en lugar de conseguir una queja por parte del otro en su lugar recibió una risa.

-Eso me hizo cosquillas ajajajaja-

Hibari enfadada empezó a golpearlo una y otra vez con sus manitas y de vez en cuando soltaba una patada, sin embargo el resultado era el mismo, solo risas, además por cada golpe dado al torpe lago burlón ella se salpicaba cada vez más, aun así seguía insistiendo, pero las risas ya no solo pertenecían a Yuya sino también a ella. Sin darse cuenta su enfado había cambiado por diversión y después de un rato, agotada, se tiro a descansar sobre piso firme, nunca se había divertido tanto mas el sueño comenzaba a ganarle, era hora de regresar a casa. Con algo de pesar se despidió de su nuevo amigo prometiéndole regresar la noche siguiente, tomó impulso, corrió con todas las fuerzas que le quedaban y dio un gran salto, no tardó mucho en llegar a su bella luna y a pesar del cansancio ya acumulado la emoción persistía completamente “Definitivamente este ha sido el mejor día de mi vida” decía para ella misma mientras se acomodaba en su agujerito para dormir, no podía esperar la noche siguiente y con una gran sonrisa al fin se rindió a los brazos de Morfeo.

A partir de esa noche la pequeña Hibari visitaba sin falta a Yuya en ese estupendo planeta llamado Tierra, no solo jugaba con él, también platicaban por horas, Yuya le enseñaba muchas cosas desconocidas para ella, además después de insistirle en varias ocasiones al fin la había convenido de sumergirse en sus aguas. Los primeros intentos la conejita entraba y salía raídamente pero poco a poco se acostumbró a tal grado de parecerse a aquellas criaturas vivientes dentro del lago, literalmente parecía un pez en el agua y éste le formaba una especie de burbuja en su cabecita para permitirle respirar sin problemas, así ella disfrutaba moverse con total libertad por todas partes, de vez en cuando él la lanzaba a la superficie por medio de sus olas y ella como si no le gustase se lucia con sus saltos cayendo a veces en tierra o terminando de nuevo dentro del agua con un perfecto clavado.

Como cada noche siempre llegaba el momento de la despedida, Hibari prometía regresar como cada vez y de un gran salto volvía a su hogar. Yuya solo podía observarla, él siempre había estado solo, su única compañía por así decirlo eran todos los pequeños peces que vivían en su interior pero no podía hablar con ellos y menos jugar o divertirse, por lo tanto la presencia de Hibari se había convertido en algo muy importante para él. Gracias a las pequeñas gotas de agua restantes en su pelaje al contacto con los rayos de luz de la luna brillaba excepcionalmente, le fascinaba verla de aquella forma y cada vez más lo envolvía en una especie de encanto, a tal grado en el día le parecía eterno, siempre ansiaba las puestas del sol, así ella llegaría una vez más.

****

Esa noche al despertar veía diferente su alrededor, no entendía en absoluto y después de pensarlo un momento, a parte de sacar algunas cuentas, se percató de la situación, esa noche el gran sol no compartía su luz con la hermosa luna apagándola por completo, todo por andar jugando en la Tierra no se había dado cuenta de ello, por lo tanto aquella noche no podría abandonar su hogar, no podía dejar sola a la luna en aquel triste estado, además, si se iba no podría regresar al menos después de 2 noches más, y sin más remedio se quedó sentadita observando el bello planeta como solía hacerlo en el pasado, añorando estar ahí, pero sobre todo estar al lado de su Yuya.

****

Yuya buscaba por todas partes en el cielo la figura de la pequeña Hibari sin resultado alguno, era muy extraño, jamás se retrasaba pero eso no era lo único diferente ese día, la luna tampoco resplandecía en lo alto, todo estaba muy oscuro, un ambiente frío y sombrío se azotaba sobre él, no podía evitar preocuparse, rogaba por el bien de ella.

-Qué sucede donde estas-

****

Dos noches después al fin pudo bajar a la Tierra, después de encontrarse con su querido amigo ella le explicó la situación, éste se tranquilizó al saber la razón de su ausencia y a modo de una especie de abrazo, rodeó el cuerpo de Hibari con sus aguas, a diferencia de las demás ocasiones en las que el agua era fresca esta vez era completamente cálida, provocando en la conejita un ligero rubor en sus mejillas y una sonrisa tierna se dibujo es su rostro, era una sensación muy agradable, cerro sus ojos lentamente, no sabía muy bien la razón pero deseaba con todas sus fuerzas detener ese momento y quedarse ahí de aquella manera y pudo escuchar claramente los latidos de su corazón, poco a poco iban en aumento, sin embargo, ya no eran solo sus latidos, gracias a la agudeza de sus oídos podía escuchar otros más, los cuales iban armonizando perfectamente con los suyos y de pronto el contacto se rompió, abrió sus ojos, Yuya ya no la rodeaba, por dentro se molestó un poco, no quería que la dejara mas al darse cuenta de sus pensamientos se avergonzó por completo provocándole decir algunas tonterías. Esa noche pasó como todas las demás, risas, charlas, juegos, y así el tiempo traicionó a la pequeña no haciéndose esperar el amanecer, al darse cuenta la luna ya no se veía por ningún lado gracias a la luz producida por el sol siendo incapaz de regresar, comenzaba a preocuparse caminado de un lado a otro sin encontrar una solución, unas cuantas lágrimas escapaban de sus ojos, jamás había fallado a su hogar, no sabía que le esperaría, una ligera desesperación se apoderaba de ella de un momento a otro y más lagrimas caían por sus mejillas; Yuya no soportaba verla de aquella manera, se sentía responsable, él sabía perfectamente que ella debía volver ya y aun así decidió guardar silencio, deseaba, por una vez, ella se quedase con él pero de ningún modo se imaginó el costo de su egoísmo. Después de un rato de lágrimas y desesperación la pequeña Hibari se fue quedando dormida, a pesar de la luz, ruido y movimiento a su alrededor nada la despertaba, después de todo había terminado agotada de tanto llorar, lo único que él podía hacer era observarla y cuidar su sueño.

Por primera vez el día pasó en un abrir y cerrar de ojos y a la puesta del sol, cuando la luna aparecía tímida en el cielo, Hibari abría sus ojos, despertaba con un poco de trabajo; ante esta imagen Yuya se perdía completamente, era muy hermosa y por primera vez se odiaba a sí mismo por no poder acercarse a ella, poder tocarla, abrazarla o incluso… poderla besar como él quisiera, lo único que podía hacer era humedecer su manita, no existía otro medio de contacto para él.

-Hiba-chan… ya es de noche, tú querida luna se encuentra ya en lo alto-

Ella al verla sonrió ampliamente, debía regresar de inmediato, no sabía que podría suceder si no lo hacía, Yuya al ver esa reacción la detuvo.

-Yuuyan debo volver, prometo regresar de inmediato pero necesito saber si todo está bien- puso su manita sobre la superficie del agua y le regalo una hermosa sonrisa, con la cual el otro no pudo negarse dejándola partir.

-¡¡Cuando regreses debo decirte algo muy importante!!- le dijo antes de perderla de vista, estaba decidido a confesarle sus sentimientos a su vuelta, no estaba seguro de cuan juntos podrían estar pero no le importaba, él al fin se había dado cuenta de cuánto la amaba y eso no lo impediría nadie… eso pensaba.

****

Al llegar a su hogar todo parecía normal, dio un pequeño recorrido pero no había alguna diferencia, respiró más tranquila. Una vez segura de todo decidió regresar a la Tierra, esta vez volvería a tiempo; se preparó para correr y justo cuando daría su gran salto algo se lo impidió, posiblemente pisó mal o no saltó adecuadamente. Por dentro una emoción y ansiedad se estaban haciendo presentes, había escuchado perfectamente a su Yuuyan, algo importante le diría en cuanto regresara, no podía esperar más, tomó su posición nuevamente, corrió y brincó con todas sus fuerzas, pero de nuevo no lograba separarse del piso lo suficiente, eso no era posible, qué le estaba sucediendo e inmediatamente todo su entorno se volvió oscuro, no podía ver nada y una voz bastante fuerte sonó a su alrededor.

-Has faltado a tu hogar, rompiste una regla muy importante-

En su vida había escuchado aquella voz sin embargo algo en su interior la hacía conocer perfectamente a quien pertenecía.

-No fue mi intención, estoy muy arrepentida, perdóname por favor- se hinco suplicando.

-Tú eres mi hija, eres parte de mí, por lo tanto no se te permite abandonar este lugar-

-Hermosa luna madre mía por favor déjame ir, yo… yo…- el solo hecho de pensar que no podría volver a aquel lugar le dolía demasiado, por otra parte parecía hacerla reconocer algo que llevaba en su interior hacía un tiempo pero no quería admitir –Yo… lo amo- al fin dijo por lo bajo y su corazón se agitó aceleradamente, al mismo tiempo sintiendo una gran libertad; una sonrisa apareció en su rostro, estaba feliz, necesitaba decírselo a él lo más pronto posible, debía salir de ahí a como diera lugar.

-Es imposible, ustedes no pueden estar juntos, no volverás a ese lugar de ningún modo-

-N-no puedes detenerme, aun así iré-

Hibari moría de miedo, enfrentar a su propia madre, lo más querido para ella, por proteger ese valioso sentimiento que recién descubría, nunca lo hubiera imaginado pero así era, haría lo imposible por conseguir su felicidad, no obstante olvidaba un detalle muy importante, tal y como la luna se lo había dicho, era una parte de ella, posiblemente sería difícil escapar.

-Eres lo único que tengo, no te permitiré ir a ningún lado de nuevo-

La pequeña conejita corría de un lado a otro, la oscuridad no desaparecía, de pronto se quedó estática, peleaba con todas sus fuerzas pero su cuerpo no reaccionaba, intentaba gritar mas nada sucedía, con un pequeño suspiro logro decir en un hilo de voz.

-Yuya…-

****

No había pasado mucho desde su partida, aun así se impacientaba, ensayaba una y otra vez las palabras adecuadas para confesarse. De un momento a otro quedó todo oscuro, la luna no brillaba más, de un principio no le tomó importancia, luego cayó en la cuenta que Hibari estaba en aquel lugar, eso no era nada bueno e inmediatamente la luz se hizo de nuevo, parecía no suceder nada entonces, pese a eso tenía presente una leve preocupación; de pronto, al observar detenidamente al gran cuerpo celeste pudo identificar unas marcas sobre la superficie que hacía un momento no se encantaban, una extraña angustia lo invadió repentinamente, definitivamente algo no andaba bien, sin embargo, lo único que podía hacer era esperar su regreso.

****

Después de esa noche el hermoso brillo despedido de la maravillosa luna se volvió opaco y frío, aquella pequeña conejita no apareció nunca más en la Tierra para jugar y ahora podía observarse en la superficie lunar la silueta de un gran conejo, siempre inmóvil, siempre presente. De vez en cuando una que otra noche podía sentirse al cielo llorar muy afligido y ese enorme lago lleno de vida en su interior, lleno de un gran sentimiento poco a poco fue perdiendo sus esperanzas, su energía, se hacía más y más pequeño, hasta el día en que desapareció.

Una vez alguien dijo que 2 seres completamente diferentes no podían estar juntos… es una gran mentira.

~Un siglo después~

-¡Cuidado!- La tubería de una construcción acababa de romperse saliendo una considerable cantidad de agua que por poco empapaba a una chica al pasar por ahí de no ser por la ayuda de un joven -¿Te encuentras bien?
-Sí gracias- sacudió un poco su ropa y le extendió su mano –Me llamo Hibari

-Mucho gusto- se la estrechó- Soy Yuya


FIN FOME -w-)v